1053
Acabo de presentar, en la
Feria del Libro, El diario inédito del Filósofo vienés Ludwig Wittgenstein. Es
quizá el libro más raro, bello y original que pude leer durante el 2013. A su
autor, Fredy Yezzed, lo conocí en Bogotá
hace diez años en un viejo bar de La Candelaria, y ya tenía el temperamento de
un escritor de ruptura. Hablaba de sus proyectos con locuacidad pero a
diferencia de (nosotros) sus contemporáneos se preservaba: entendía la obra
como un asunto demasiado serio para dársela al entusiasmo generacional. Acá el
resultado:
El homenaje que Yezzed hace
al señor de los aforismos no se trata —como se cree a priori— de un libro
wittgensteiniano, ni siquiera debe entenderse como una crítica a sus
postulados. Los aforismos plasmados en este trabajo, no deben a Los cuadernos
Azul y Marrón más que su máscara para despistar y al mismo tiempo conducir al
verdadero sentido de estos textos. No es un libro de poemas sino de poesía
pura, digo bien: en estado ideal y casi axiomático. Tampoco es un libro sobre filosofía
sino de filosofía en su aparecer salvaje, vale decir: en la ebriedad poética.
Inaccesible en otros niveles de lectura. Perderá su tiempo quien se dilate
demasiado en clasificar la prosa de Yezzed, el verso oculto, el deslumbramiento
del pensar. Se trata, como ya he dicho, de un libro que se impone por su
materia extraña y su vocación por el asombro.
¿Por cierto no se lamentó
cierta vez L.W. de no haber redactado su filosofía en verso?
1054
En literatura no termina de
cumplirse el ciclo oscuro: el ocaso de la tradición. El ocaso del ocaso de la
ruptura. El ocaso de todos los ocasos.
Es un oficio sin amanecer.
1055
1055
Cambio de trabajo pero no de
responsabilidades: éstas se mudan conmigo y se suman a otras. Siento traer en
las cajas el peso de una responsabilidad que me supera. Me tomo todo en serio,
me martirizo. Quiero asumir estas circunstancias con la jovialidad que merecen.
Sí, jovialidad. Risa. Aventura pero estoy hecho vértigo y afán.
1056
Para Joyce la historia es
una pesadilla. Según esto podríamos despertar un día. Sí, Joyce es un optimista.
1057
Ves en la ceniza el cuerpo de
la nada y piensas en la inocencia de las cosas al verla mansa a merced del
viento. Olvidas que esa ceniza devoró a la llama.
1058
Ser a la vez Mallarmé y
Whitman: un solitario perfecto. Un fundador de comunidades. Un semejante al
hombre y, al mismo tiempo, su amigo.
1059
Me propongo con Viraje un
tratado del exilio pero desde el tránsito mismo. Quiero que hable la paradoja
del movimiento, la traslación. No me interesa el sujeto que va sino el ir. La
autocompasión dramatizada del personaje me importa poco.
1060
Tiene razón A.T. Todo esto no
es si no una reafirmación de Kavafis. Ciertamente con el poema “Ciudad” queda
cerrado el asunto. En cuanto a Viraje: estoy completamente influenciado por
el hallazgo de Gertrude Stein: su “Allá
no hay ningún allá” es todo mi horizonte temático ahora.
1061
Memorias de París de Gertrude
S. Los diarios de Pizarnik (una reedición reciente de Anna Becciú) y Viaje por
el país de las máquinas de E. Bernardo Núñez. Esto es lo que estoy leyendo por
ahora.
1062
No me interesa poner en la
escena del poema el dolor. El dolor no es una idea. Me siento indigno de escribir mi sufrimiento: padecí
hasta hoy los vulgares embates del día a día. Supongo que esta compulsión a la
repetición de la que hablaba Freud hacia 1920, se manifiesta en mis gustos
lectores. ¿Cómo se explica que Pizarnik, Primo Levi, Trakl, Celan y Jonker,
despierten en mí un interés especial? No obstante el mío es un interés sin
compasión. Yo veo en ellos, en su palabra, un vitalismo poderoso propio de los
héroes y no de las víctimas.
1063
Casi convenzo a J.A.C.A. de
volver a publicar sus libros desconocidos y casi ignorados por una Venezuela de
finales de siglo vanidosa, apática y refractaria con los genios. Son:
Hipomanía, La hendija y Cuaderno del Insomnio. No es fácil sacarlo de su
escepticismo. Este afán se explica sólo: son verdaderos estruendos literarios.
Siento, además, que si no salen esos libros el D.H. comete, involuntariamente,
el crimen de la usurpación.
1064
Que Viraje sea una verdadera
respuesta a los que hacen del exilio un negocio. A los escritores que barnizan
su prosa de relativo interés con artificial suplicio. De los que abusan de la
palabra país con nostalgia de turista y ardor esnob. Debo escribir para ellos
claro, como una bofetada.
1065
Lo leí y lo releí. No estoy
seguro de que me guste Auster. Tampoco Murakami. Admito que, en relación con
los escritores de actualidad, estoy lleno de prejuicios. Yo, después de Ítalo Calvino,
no sé si valga la pena leer a alguien de este tiempo, si de hecho exista una
contemporaneidad literaria.
1066
De El diario de Pizarnik:
“nadie puede vivir en estado de catástrofe”
Pero ella habría querido y de
haber conquistado ese estado se habría sobrevivido. Su obsesión con la condesa Erzébet Báthory,, su avidez sexual, su fulgor en la palabra…Todo me confirma ese vitalismo
salvaje.
1067
Juzgar la poesía. Puede sonar
pretencioso pero a eso vinimos y quizá (lo escribo con la convicción de la
experiencia), sea lo que urge a los actuales desafíos poéticos cuyos temas
parecen estarse agotando entre la acción de interrumpir el discurso o el dar
cuenta de su derrota ante los dispositivos que hoy la obligan a transar con las
formas imperantes de una lengua cada vez más plana y resignada. El protocolo
del destierro de la poesía ha cambiado desde Platón: si en la antigüedad se
fustigaba el carácter imitativo del poema hoy es todo lo que se exige al poeta
para su circulación. Imitar el mundo que es a su vez falsificación. La promesa
de la masificación no se olvidó de nosotros y es por eso que establecer un
juicio a 121 obras en busca de La Obra que contenga no sólo el temblor genésico
del poema sino también la claridad de su movimiento en el mundo, supone tomar
partido en el combate de y por la poesía. Me ha quedado claro algo esta semana
de lectura: la poesía pasa por un momento confuso en sus propósitos radicales y
sus inconsistencias también testimonian la decadencia de una razón, si es que a
esta ideología de la supervivencia pudiera llamársele así. Juzgar la poesía, me parece, pasa por
pensarla en sus posibilidades aquí y ahora y esto no excluye la reconfiguración
de sus combates, los postergados y los que deban crearse para que ella misma
pueda existir. Ésta es, por lejos, la apuesta de Casa de las Américas.
1068
De los rasgos más perniciosos
que entraña la derecha venezolana subrayo su incapacidad de sostener la
política frente al conflicto. No hablamos de cualquier tara sino de una oscura
debilidad que ha dado resultados trágicos para el país. El período de violencia
de 1960/70, por ejemplo, nos habla de una subjetividad que ante el dilema de
dialogar con el adversario o hacerle la guerra, no duda en tomar esta última
opción. El camino de la política habría sido el más dilatado y sinuoso,
ciertamente, pero su tránsito no sólo ahorraba al país mucho dolor, también
hubiera cultivado una experiencia sobre las posibilidades de una realización
colectiva. Masacres como Yumare, Cantaura, El Amparo o Tazón; perpetradas
contra la población civil, se dieron bajo la plena hegemonía de la derecha, es
decir, mucho tiempo después de borrar a sangre y fuego los focos guerrilleros.
La salida bélica hace parte de la doctrina moral y legal de la derecha,
justificada en el mito de los consensos imperativos contra el problema de la diferencia.
1069
Volvía a ver Dog Ville. Una obra maestra de nuestro tiempo.
1069
Volvía a ver Dog Ville. Una obra maestra de nuestro tiempo.
1070
Estuve en el Funeral de H.M. Todo se parecía a su temperamento. Todo silencioso, todo sumamente discreto. La presencia de J.B. lo hace sentir aún más consigo mismo. Es el único escritor que ha venido. Ni una señal de los demás ni de las editoriales: como si en verdad nadie supiera que en breve el último gran narrador de este país iba a ser ceniza para siempre. Tengo rabia. Me mantengo distante para no incomodar. Sólo pienso en el libro que prometí publicar. Que casi obligué a que me entregara. Pienso en la última carta que me envió y que no supe responder. Me voy sin mediar palabra con la muerte.
Estuve en el Funeral de H.M. Todo se parecía a su temperamento. Todo silencioso, todo sumamente discreto. La presencia de J.B. lo hace sentir aún más consigo mismo. Es el único escritor que ha venido. Ni una señal de los demás ni de las editoriales: como si en verdad nadie supiera que en breve el último gran narrador de este país iba a ser ceniza para siempre. Tengo rabia. Me mantengo distante para no incomodar. Sólo pienso en el libro que prometí publicar. Que casi obligué a que me entregara. Pienso en la última carta que me envió y que no supe responder. Me voy sin mediar palabra con la muerte.
1071
Este artículo que transcribo
al D.H. debió salir en Letras CCs. Sin embargo sólo vio la luz en su edición
virtual. No me siento cómodo con esa fantasmal publicación. Después de todo, se
trata de una serie de ideas que me acompañan donde quiera que voy. Juan Liscano
me parece hoy más cercano que cualquier otro intelectual de izquierda. Me alude
esa angustia de país. Si tienen estos cuadernos la suerte de imprimirse vaya mi
homenaje en esta versión sucia del artículo.
1072
CENTENARIO DE JUAN LISCANO
***
Este año coincidieron 2
centenarios que aluden tanto al campo de las letras y las artes como al
pensamiento profundo de la venezolanidad. Nuestros autores inscribieron en su
batalla por la belleza la pregunta por el nosotros y ese temblor persiste en la
raíz nacional. La suma de estos elementos impone celebrar las fechas bajo la
estricta fidelidad con la que ellos abrazaron la creación y asumieron, cada uno
a su manera, la ruptura ante un consenso cultural estrecho y peligrosamente
homogéneo. Hablamos de César Rengifo y Juan Liscano: dos temperamentos, dos
ideologías, dos despliegues disimiles que hicieron de la misma búsqueda un país
más ancho y de la palabra identidad mil formas de develarla. Comunista el
primero y liberal —aunque crítico de su clase al final de su vida— el segundo,
ambos amaron el país cuando la norma era el desprecio; tales riesgos merecen
una relectura infinita. De Rengifo hablamos con anterioridad suscribiendo todos
los reconocimientos que se le han hecho y convocando nuevas interpretaciones
para una obra apenas explorada. Con Liscano no podría ser distinto. La próxima
Feria del Libro de Ccs, va a ser el escenario para desentrañar la decisión
estética, la vocación política y el procedimiento que los singulariza y
enfrenta como individuos y de los encuentros que, como sujetos,
involuntariamente, les dispensan ciertas verdades artísticas.
****
Digámoslo de una vez: no es a
pesar de las diferencias políticas con Liscano que proponemos visitarlo, sino
en una franca reivindicación de éstas como signos de un país paradójico que,
sometido a una despersonalización extrema, acumuló las condiciones para que los
verdaderos intelectuales aún en contra de su propio interés de clase —este es
el caso— se rebelaran a una muerte colectiva. Hijo único, educado a la usanza
de las oligarquías para administrar el capital de los Liscano-Velutini; el
afortunado joven que pasó la mitad de su vida en Europa devino poeta, no
abogado y lo que es más extraño aún: uno que emprende un viaje hacia los orígenes
patrios —digo bien— hacia la tierra, los pueblos y la cosmovisión “salvaje”.
Liscano no se propone la conquista de un tema literario su viaje hacia esa
identidad ignorada lo confrontó con el consenso que ocultaba nuestro compleja
venezolanidad. Sostiene que “la identidad nacional no se debe buscar en
enumeraciones sino que ella es el sentimiento de lo que se ha perdido y de lo
que no ha sido”. El poeta busca lo otro. En 1948 para la toma de posesión de
Gallegos organiza la “Fiesta de la tradición”. Avanzadas como están hoy las
metodologías de la interculturalidad este evento podría juzgarse como un culto
folclórico insuficiente pero nadie puede negarle su carácter inaugural en tanto
que visibilización de lo múltiple venezolano ante un canon cerrado a la diferencia.
Liscano además de valorar la etnomúsica nacional junto a L.F. Ramón y Rivera, F. Reina, entre
otros; hizo suya la espiritualidad de las comunidades indígenas y negras,
convirtiendo en inteligible lo hasta entonces velado. El poeta habita su innombrable.
****
Con Nuevo mundo Orinoco
(1959) se hace fiel a la década fundada por el tono épico del Canto General
nerudiano, al que ni el propio Paz escaparía (Piedra de Sol, por ejemplo);
comete su más riesgosa alteridad: vive el mito, la historia y la afirmación de
una subjetividad en conflicto, provocando así una crisis al corpus simbólico de
los últimos mantuanos. Pero al calor de las revoluciones políticas,
características también de la década, nuestro autor es un enemigo acérrimo:
dirige el pensamiento anticomunista desde la institucionalidad cultural —de la
que se hizo dueño— y hace propaganda contra el supuesto totalitarismo que
entrañan las izquierdas. En franca sintonía con Hannah Arendt, será un
propulsor ubérrimo del antiestalinismo y, como a ella, se le escapan las
perversiones de la democracia liberal. En realidad fue la izquierda posterior
al mayo del 68 quien denunció las desviaciones del Estado soviético, de tal
manera que esto no sería un obstáculo infranqueable. Admito que no me hubiera entusiasmado
hace quince años de la misma manera que hoy el Liscano interventor pero, a
cierta edad y, ante los poetas extraordinarios uno vence los prejuicios y se
deja ganar por ese misterioso litigante y nunca explícito nosotros.
1073
Orden interno de Viraje: decir lo que piensa el traslado. Orden externo: ver la traslación.
1074
Ya se fue a imprenta "Una colina de hojas que respira". Siento haberle cumplido a Humberto Mata y a la vez siento haberlo abandonado. Éste será el último libro que haga en FUNDARTE, eso me da cierta ilusión. Repaso el arte final. Me detengo en El otro delta. Qué gran voz y que dominio del decir. Sin Ramón Palomares y sin HumbertoMe siento cada vez más solo como lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario