1055
1056
Volver al poema como se vuelve a las cosas. Sin sobresaltos infantiles. Volver a esa planicie sin relieves y aprender de su indiferencia.1057
Sólo el poema entiende el mundo fuera de sí y no en sí mismo. Su innegable virtud está en librarlo de toda sustancia sin disolverlo.
1057
La página blanca dicta: no se puede escribir a partir de nada, retrocede. El autor lo sabe. Escribe sobre la experiencia de esa imposibilidad.
1058
-X: Quien escribe un poema está del lado del instante. Quien lo lee -digo bien, quien sostiene fielmente el poema- se inscribe en la eternidad.
-Y: La eternidad del poema es, ya lo sabe el lector, una breve interrupción del tiempo.
1059
En el pensamiento poético no existe la contradicción radical. Nada más la chispa del choque de los opuestos. Nada más el furor de lo inconciliable. Con ese brillo y ese ruido el poema piensa el mundo.
1060
La poesía opera sobre la razón obnubilada. Su naturaleza es por tanto conflictiva como violento es su acaecer. El poema resulta al final de esa turbación: primero aclara en el lenguaje y luego en los sentidos. Este proceso se reincida con la lectura. Experimentar estas polaridades que nos llevan de la poesía al poema nos obliga a tomar partido: se es víctima o autor.
1061
El poema nace de sí, por tanto carece de pasado. Su punto de partida es su punto de llegada, por eso decimos que el instante en que el poema se trabaja es su porvenir.
1062
Al contrario que el poeta el filósofo hace del enigma una evidencia. Su oficio es puro: vigila y custodia el devenir de la impuntual Idea.
1063
Toda realidad necesita un rostro. El artista no hace otra cosa que ensayar su máscara, su nombre y su medida. Forma, palabra y número.
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