lunes, 17 de diciembre de 2018

Cuaderno XXVIII

1126

Detenerlo todo, incluso el devenir. He ahí la aspiración de todo el que se siente poeta.

1127

Equiparar la belleza de un cuerpo con la de otro es  tan descortés y descabellado como comparar una rosa con un soneto. La belleza de un cuerpo, de la rosa o del soneto es un objeto aislado, único e irreductible. Objetos que sólo podrían encontrarse para rivalizar en la escala de la tristeza.


1128

¿Amantes de la libertad? Sólo veo cortesanos de la disciplina. 

1129

El vacío sólo se llena de olvido. El olvido: con cuerpos.

1130

Hundirnos en la nada es un privilegio humano. El resto de los animales del planeta están condenados a huir de ella.

1131

Vivimos de las limosnas de la eternidad.

1132

Después de cada amargura el mundo parece un lugar acogedor.

1133

Mientras se está escribiendo un poema no se cree en nada ni se piensa en nada que no sea la acción del poema. Acción que hace exterior a la propia experiencia de escribir. Sólo hay espacio para la afirmación que no precisa credo, ni forma, ni autor.

1134

La aventura de una idea es infinita hasta que ésta entra en contacto con las palabras que le corresponden. A partir de ahí la idea se petrifica. Esta muerte no supone el final de la idea sino su otro modo de estar e intervenir el mundo.

1135

Hoy en día autoprocalamarse nadie es sentirse con derechos sobre la nada. 

1136

Decidido a actualizar la biblioteca. Esto significa que a la adquisición de nuevos libros —los que en verdad  necesitaría para mi proyecto creativo— sigue el desecho de otros  leídos o postergados. Estos últimos dos años me va costando menos desprenderme de viejos títulos. Leyendo se llega a comprender que este oficio está subordinando a nuestras reflexiones y que poco tiene que ver con un apetito de sabiduría externa: lo que leemos sin ambición intelectual propia no nos deja nada y nos roba en cambio el tiempo de pensar. Lo que digo va a escandalizar a los que propagan el amor ubérrimo a la lectura como si ésta se tratase de una deidad. La lectura que importa es aquella que procede de la reflexión propia: de ahí que no esté supeditada a los libros. Se puede leer el cine, la música, los grandes acontecimientos del mundo y también más vulgares, o se puede leer la nada.

***
Uno de mis primeros trabajos en la administración pública fue, precisamente, como promotor de lectura y por un principio empírico entendí que el asunto no es enseñar a leer ni infundir el manido amor a la lectura –ese ejercicio mecánico—sino en todo momento el objetivo era enseñar a pensar, para decirlo con Robinson. Reivindicar la responsabilidad de pensar por uno mismo, como lo propone también Shopenhauer.  J.A. Calzadilla Arreaza, nuestro tutor de aquel programa Leer es entender, repetía esa frase que hoy en mí se ha vuelto experiencia cotidiana: "lo que no se siente no interesa". Su estrategia era por medio del texto ajeno llegar al texto propio. El pensamiento que es un estadio del sentir, no es otra cosa que el ejercicio de la soledad y la diferencia: nuestro único patrimonio. 


1137

La poesía ocupa el inmenso terreno de lo inexplicable. 

1138

¿Qué produjo la razón humana? ¿El diálogo entre los hombres o el silencio contumaz de la naturaleza sobre el cual, más por intolerancia que por afición, hemos puesto nuestras mejores dudas?

1139

Gobernar tu muerte, anarquizar tu vida.

1140

El nombre: la palabra que no se supera, que no ofrece un después sino la hondura del tiempo del decir que es el mismo —y único— tiempo de desaparecer. Esa es toda la apuesta del poeta. Dar con el nombre exacto de eso que siendo un afecto es también vacío. 

1141

La poesía es la única expresión humana capaz de detenerlo todo en su movimiento. Ese destello de eternidad es todo lo que me interesa y me basta para persistir.

1142

"Hay que echar para adelante". No hay un lugar común que deteste más. No por su tono condenado sino porque en él se oculta la promesa boba de un más allá: de un progreso. La valentía de vivir no se mide en un hipócrita seguir hacia sino en un descarnado estarse en

1143

La vida parece consistir en una búsqueda de un lugar dónde elevarse sobre sí. La levedad: el vuelo, ha sido la propaganda de quienes se acobardan frente a la dictadura de la gravedad, al gobierno de la tierra. Yo busco, procuro, lo contrario. Un lugar donde mi peso sea irrevocable, una tierra para anclarme, un cuerpo suficiente para pesar y derrumbarme.

1144

El aforismo ha de surgir natural: como esas verdades que  se dan en préstamo por un segundo. No nos pertenecen y esa gracia compensa su carácter efímero y su matera intrascendente.

1145

Tal como se nos manifiestan los deseos carecen de forma y de objeto. Ponerles metas es una forma de acotarlos y de nombrar nuestros inalcanzables fracasos. 

1146 

Empequeñecida como parece estar la modernidad nos confina a una obra instantánea que sólo podría escribirse de cara a la memoria.  De ahí que cada vez más sintamos más cerca a los clásicos que a los escritores del ahora

1147 

Los poetas de esta época han podido adaptarse al régimen de legibilidad imperante: el periodismo y la impostura de la anécdota . ¿Cuántos resistirán aún desde las cosas sencillas y por eso extraordinarias?

martes, 20 de noviembre de 2018

Cuaderno XXVII

1075

Culminé para la editorial P.P.  una antología que me obligó no sólo a releerme sino a separar de la obra aquellos poemas que contienen las palabras esenciales. Lo que más me sorprendió fue las diferencias entre un libro y otro: tonos, cadencias, que darían cuenta de una gran dispersión estilística de no ser por algunos nudos temáticos. El poeta proviene de una idea fija y de ella queremos alejarnos hasta el punto del olvido. Pero a ella volvemos hasta el punto de la resignación.

1076

Una línea escrita es una puerta cerrada que da a este mundo y nos permite imaginar el siguiente. O puede ser la misma puerta pero abierta: seña de que alguien va a entrar o anuncia su salida. Da igual si para este o para otro: el mundo es uno solo, irrepetible, y por eso infinito. También la palabra es la misma siempre. De tal suerte que escribir es un oficio memorioso. Leemos en correspondencia y hay que entender este gesto como  la búsqueda del olvido: nuestro devenir. Leer es desgastar las bisagras de la puerta, es mover al mundo de lugar según dicte la necesidad.
---------------

Toda línea escrita es siempre una palabra que cambia: en ella está tu nombre más antiguo y tu canción. El único lugar que de verdad existe está allí. Por eso es difícil escribir con claridad: en esa línea se juega todo nuestro futuro, lo que seremos cuando hayamos dejado de ser nosotros, los autores de una eterna reescritura.

-------------------- 
Pero esa misma frase que irrumpe en la hoja puede ser al mismo tiempo la fisura. Escribir es alargar la grieta, profundizar el vacío. La rama que se quiebra y cae en su ley, la cueva que le va naciendo a la roca, son versos, son sentencias. También nuestra inexistencia va allí, en palabras. Nuestra ausencia, nuestra falla, todo lo que vive vive en la tangente del ser. Sí. Eso trazado para la potencia de lo que nunca fuimos, participa de la composición también. Porque una línea escrita a mano –aunque ella misma no haya pronunciado su nombre todavía- es el final de una pregunta y el inicio –apenas eso, el comienzo sin destino- de una contestación. 
 -----------------


1077

Cuando se raya una hoja en la que antes todo estaba borrado, se le da comienzo a una muerte.

La palabra con la que principia una novela, el primer verso tomado al azar; es el inicio de un conflicto verdadero en el que no se precisa un enemigo. Sólo los nombres que no tienen antónimos son capaces de iniciar una guerra. 

1078

Si yo protesto en esa línea, por ejemplo,  que mi rostro es único y  que nadie envejecerá de la misma forma bajo ese singular orden geométrico que es mi cara, si empiezo por afirmarme de ese modo: al final de la frase alguien leerá su propia cara. Alguien dirá 

-Este rostro es mío y es el irrepetible. 

Porque si hay una sola palabra también es universal la expresión mi rostro.

1079

Convengamos: la palabra siempre discurre. Nada sabemos de su origen, jamás tenemos certeza de su devenir. Escribir no es un intento necio de detenerla es una fidelidad al movimiento. Lo que decimos cambia al escribir del mismo modo que el texto al ser leído. 

1080

¿Me anticipé publicando Viraje? Esa fue la pregunta de la periodista y admito que todavía me persigue la sombra de su duda. Ciertamente es el libro que menos me ha costado escribir y el único que no reposó en un disco duro por meses o años: salió de un golpe y tuvo la suerte de encontrar gratuitamente un editor. También es verdad que su escritura duró lo que el inventario de afectos quiso durar. 2016 fue año así, justo cuando no escaso. He seguido pensando el tema y por supuesto le di continuidad al asunto desde el punto de vista de la obra. Tampoco es habitual en mí planificar lo que escribo y acá estoy pensando en una trilogía. Viraje es un libro que no sólo no quería resolver el dilema de la insularidad humana: su propósito era revelarlo y sostenerlo lejos del maniqueísmo político y de las premisas sociológicas. Hasta el momento he seguido transcribiendo el sentimiento de estar lejos de la patria, de la casa, de la lengua como un habitante que no tiene más patria, más casa, más lengua que su cuerpo, su propio nombre y su rostro.  Todo indica que será un segundo cuaderno del viaje que no cesa ¿Y qué con los que vuelven distintos a un lugar que tampoco es el mismo? Este sería un tercer momento de Viraje. Acá este poema que continúa el periplo:

                                                                       La mesa



La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
Cavafis





Se llenaba y se 
vaciaba mi 
nombre 
—recuerdo—

y con él
mi vaso
mi plato
mi lugar

Ahora es la sed
lo único
que se hace
y deshace
aquí,  lejos

mientras bebo
la memoria 
de mi lengua

Nunca sobró
una pieza
a la vajilla

las sillas
estaban 
completas
siempre

Hoy estorbamos
todos: el vaso,
el plato, el lugar


Y no hay lo 
suficiente
en la mesa

para llenarnos 
o vaciarnos por
completo.


 1081

La locura es el resultado de la exageración del pensamiento.


1082

No tener más nombre que mi rostro. No responder a otro llamado que no sea una mirada.


1083

Una batalla feroz que no parece tener límites. Una donde el enemigo formula sus mentiras de manera tan  espectacular y convincente  que los que no son alienados a ella desean el engaño.

-Y nosotros que no logramos decir bien nuestra verdad, que no conocemos su belleza y por ello no la logramos transmitir, nada ...nos vamos desgastando.

1084

Si perdiendo todas las batallas sale ilesa tu ironía entonces has ganado.

1085

Siempre he tenido aspiraciones metafísicas: en la poesía como en la filosofía no he buscado otra cosa. Y sólo he accedido a pequeñas sensualidades abstractas.

1086

El hastío no es un estado de desbordamiento prolongado. Según como lo he sufrido se manifiesta de un modo contrario: es un instante invadido por el vacío. Un destello capaz de aniquilarnos.

1087

Veo mi biblioteca como un desmemoriado mira  su rostro en el espejo. No reconozco su orden y la mayoría de los títulos me parecen extraños. Abro un libro al azar: párrafos con tachas azules, otras en amarillo y verde. Por los bordes un asalto de réplicas ilegibles: mi letra ¿No recuerdo nada de lo que leí, no hay en mí un vestigio de lo que llegué a sentir entonces? Justo ahora cuando me siento incapaz de retener teorías y toda aventura lírica me produce tedio; más necesito de la palabra ajena.

1088

Lo que leemos, como lo que escribimos, sucede afuera: unas y otras palabras transcurren en nosotros sin dejar huella.

1089

El poema es el gesto contemplativo ante el florecimiento de la finitud. 

1090

-El oficio de la palabra
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello

es un acto de amor: crear presencia.

Roberto Juarroz siempre deja una hendija para respirar. No para consolarnos, por cierto, sino para confiarnos la imagen de este derrumbe que llamamos vida.


1091

Cuando se nos pregunta por un verdadero pensador comprometido ¿Dónde si no en Montaigne encontraremos la respuesta?

 1092

El error frecuente de querer revelar un misterio (la poesía, la vida, el amor, la muerte) es precisamente lo que le da sentido al misterio.

1093

Lo que hace a un autor original es su fidelidad a su irrealizable: su insistencia en el error de crear.

1093

Reconocer nuestra debilidad por lo imperfecto es lo que nos permite el abandono  de ciertos poemas (Valery). Por abandono podemos entender su ocultamiento absoluto o su publicación. Pero este grado de sinceridad no evita que ellos regresen en forma de obsesión sobre la página blanca ¿A qué apegarse entonces? A la inútil corrección que para Baudelaire era la prioridad aún ante el hecho de crear. Quizá de eso se trata: corregir, reparar reformar, rehacer. Quizá es éste nuestro verdadero oficio.

1094

La creación es una manifestación de la angustia de existir que siempre nos lleva más lejos ¿Esto supone que el creador exista con más intensidad? No, claramente dicta que el artista debe vivir al límites de la propia existencia cuando no fuera de ella.

1095

Quizá la fracasada palabra tenga todavía una esperanza: la poesía.

1096

El hombre: una empresa perdida que emprende, en su extravío, la aventura necesaria del poema.

1096

No tengo buena memoria. Y me parece que una voluntad secreta me impide experimentar el yo fuera del presente. Me es más fácil  adivinar mi desenlace que reconstruir un episodio anterior a hoy. Vivir la memoria por destellos sin duda alguna es una disciplina de mi alma que jamás podré agradecer.

1097

Paul Eduard esperaba que la poesía diera a ver el mundo. Mallarmé, mucho más elevado,  proponía que en lugar de señalar las cosas que confirman el mundo, las hagamos sospechar. Entonces no se trataría de hacer ver sino de hacerlas suscitar.

1098

Yo he visto en el poema el residuo, la diferencia, todo lo que no llegó a ser imagen ni mundo. Podría ser el poema una invitación a ver y sospechar ausencias.

1099

-Cuando digo lo que digo, es porque me ha vencido lo que digo. 

Es Antonio Porchia facilitándome el camino).

1100

X me hace llegar su nuevo libro. Cada vez soporto menos este tipo de  novela. No me fatiga tanto sostener la farsa del otro —ese inventario de nombres y vidas inexistentes mediante las cuales se nos distrae de algo muy íntimo y personal—sino hacerlo a fe de que nada de eso terminará de aclararse jamás sino, muy por el contrario, se va desdibujando como un pacto momentáneo. Una obra sin yo, esa temida  materia, resulta tan tediosa como arrogante. Es claro que  ciertos novelistas contemporáneos esquivan de un modo acrobático una debilidad vulgarmente humana: lo pueril. Nuestro deseo de rebajar el mundo a la vida real. Para decirlo con Gombrowciz  ese apego por la inmadurez, por el sentimiento de inferioridad que a todos nos contiene y, a veces,  rebasa. ¿De dónde si no desde las propias cicatrices personales, de los propios fracasos comunes; se puede escribir algo que valga la pena leer? Los novelistas no tienen coraje.


1101

Los mitos marcan el inicio de un tiempo, los poemas pertenecen al ocaso. Es el género literario de las crisis.

1102

El poema alumbra sólo para darnos la dimensión de una oscuridad.

1103

Séneca destacaba, entre los males de vivir en sociedad, la seducción por el diálogo. Esa suerte de borrachera espiritual en la que nos traicionamos a nosotros mismos ¿Por qué  quien participa del diálogo vecinal necesariamente obra contra sí? Porque nadie calla lo que ha oído ni dirá justo lo que ha oído, responderá el sabioAcompañando esta sentencia me pregunto también por esa debilidad que nos lleva no sólo de confesarnos, sino a delatarnos. Esa necesidad del inquisidor, ¿de dónde proviene?  

 1104

El arte debe corregir lo que el azar ofrece. La cita es de Plauto y quien la separa de su obra y nos la ofrece ya como un diamante es Shopenhauer. Su apartado librito El arte de ser feliz (lo habrá escrito en 1822) es un verdadero breviario de vida. El generoso iconoclasta en sus momentos de silencio se dedicaba también a recopilar sentencias, consejos y reglas de vida, propios y también de otros pensadores —como es el caso—que de seguro lo ayudaron a caer mejor dentro de sí mismo. Todo para contradecirnos una vez más. Esta vez con la idea de que el pesimismo es una senda que no niega la felicidad sino que la busca  por senderos negativos.

1105

Sólo quien no se conoce desea superarse a sí mismo.

1106

Un destello de oscuridad seguido de un leve mareo. Esto es la inspiración.

1107

Quienes nos oprimieron con la palabra paz son los mismos que hoy nos quieren liberarnos con acciones de guerra.

1108

La desdicha: esa lucidez infiel.

1109

¿Por qué  en lugar de perseguirlos y señalarlos, la sociedad no se decide a expulsar de su seno al feo, al diferente, al desviado? En primer lugar porque fuera de los límites de la sociedad no existe tal fealdad, tal diferencia ni desvío. En segundo lugar porque como objetos de la repulsa esos cuerpos y esas mentes estigmatizadas nos hacen sentir normales. 

 1110

El hombre es la distancia que separa a la vida de la muerte.

1111

El cristianismo ha hecho del dolor un orgullo. El budismo,  superior en todo, lo ha rebajado a la ficción. 

1112

En mí la poesía es una ausencia momentánea de estado.  

1113

El rencor, la codicia, el egoísmo. ¿Cuál es el sentimiento que gobierna el mundo? La envidia, vivimos bajo el imperio de la envidia. Se explica por el carácter exhibicionista del individuo moderno: pareciera que todos sus esfuerzos estuvieran destinados a suscitarla. 

1114

Hay que reformar la de idea  de la felicidad: que en lugar de proponerse el goce infinito ser feliz signifique, simplemente, hacer más soportable la vida. Qué en vez de reclamar paraísos nos prepare para futuros destierros.

1115

Aprender a perder al punto de hacerse sabio en la materia, es decir, de ganar indiferencias.

1116

 El suicidio es el epilogo del suicida.

1117

Las palabras son como las piedras de los ríos: juntas componen una imagen monótona, pesan igual, dicen lo mismo. Saber elegirlas para que, aisladas, cada una tenga su peso, su dimensión, su color propio, es el verdadero arte.

1118

¡Ay de quienes en lugar de limitar sus deseos deban luchar a diario para ponerle freno a sus inapetencias!

1119

En un universo donde todo está en permanente movimiento es difícil no sentirse un buscador único: los caminos nos sale al paso, coincidimos dos veces con los mismos objetos, y todo se nos cruza en el destino. Todo, hasta un choque fútil, simula un encuentro.

1120

Repartiendo culpas en los órganos del cuerpo diremos que la locura está asociada al corazón y el exceso de amor a las ideas

1121

El problema con el hastío es que también puede degenerar fácilmente en religión.

1122

No hay pesar profundo. Nuestro fondo carece de sentimientos. 

1123

Depurar el poema hasta volverlo onomatopeya. 

1124

Ciertamente eso que llamamos inteligencia ocurre por destellos y, necesariamente, a consecuencia de una pérdida. Lástima que ninguna pérdida sea duradera. 

1125

¿Un libro pesimista? Sólo el libro que no se escribe merece ese epíteto. 

1126

Detenerlo todo, incluso el devenir. He ahí la aspiración de todo el que se siente poeta.

1127

Equiparar la belleza de una mujer con la de una rosa es tan descortés como hacer la misma comparación con un soneto. En ambos casos estamos elogiando los atributos de su creador: el accidente y la obsesión, respectivamente. La belleza de la mujer, de la rosa, del soneto son objetos únicos que solo pueden rivalizar en la escala de la tristeza.


1128

¿Amantes de la libertad? Sólo veo cortesanos de la disciplina. 

1129

El vacío sólo se llena de olvido. El olvido: con cuerpos.

1130

Hundirnos en la nada es un privilegio humano. El resto de los animales del planeta están condenados a huir de ella.

1131

Vivimos de las limosnas de la eternidad.

1132

Después de cada amargura el mundo parece un lugar acogedor.

1133

Mientras se está escribiendo un poema no se cree en nada ni se piensa en nada que no sea la acción del poema. Acción que hace exterior a la propia experiencia de escribir. Sólo hay espacio para la afirmación que no precisa credo, ni forma, ni autor.

1075

Culminé para la editorial P.P.  una antología que me obligó no sólo a releerme sino a separar de la obra aquellos poemas que contienen las palabras esenciales. Lo que más me sorprendió fue las diferencias entre un libro y otro: tonos, cadencias, que darían cuenta de una gran dispersión estilística de no ser por algunos nudos temáticos. El poeta proviene de una idea fija y de ella queremos alejarnos hasta el punto del olvido. Pero a ella volvemos hasta el punto de la resignación.

1076

Una línea escrita es una puerta cerrada que da a este mundo y nos permite imaginar el siguiente. O puede ser la misma puerta pero abierta: seña de que alguien va a entrar o anuncia su salida. Da igual si para este o para otro: el mundo es uno solo, irrepetible, y por eso infinito. También la palabra es la misma siempre. De tal suerte que escribir es un oficio memorioso. Leemos en correspondencia y hay que entender este gesto como  la búsqueda del olvido: nuestro devenir. Leer es desgastar las bisagras de la puerta, es mover al mundo de lugar según dicte la necesidad.
---------------

Toda línea escrita es siempre una palabra que cambia: en ella está tu nombre más antiguo y tu canción. El único lugar que de verdad existe está allí. Por eso es difícil escribir con claridad: en esa línea se juega todo nuestro futuro, lo que seremos cuando hayamos dejado de ser nosotros, los autores de una eterna reescritura.

-------------------- 
Pero esa misma frase que irrumpe en la hoja puede ser al mismo tiempo la fisura. Escribir es alargar la grieta, profundizar el vacío. La rama que se quiebra y cae en su ley, la cueva que le va naciendo a la roca, son versos, son sentencias. También nuestra inexistencia va allí, en palabras. Nuestra ausencia, nuestra falla, todo lo que vive vive en la tangente del ser. Sí. Eso trazado para la potencia de lo que nunca fuimos, participa de la composición también. Porque una línea escrita a mano –aunque ella misma no haya pronunciado su nombre todavía- es el final de una pregunta y el inicio –apenas eso, el comienzo sin destino- de una contestación. 
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1077

Cuando se raya una hoja en la que antes todo estaba borrado, se le da comienzo a una muerte.

La palabra con la que principia una novela, el primer verso tomado al azar; es el inicio de un conflicto verdadero en el que no se precisa un enemigo. Sólo los nombres que no tienen antónimos son capaces de iniciar una guerra. 

1078

Si yo protesto en esa línea, por ejemplo,  que mi rostro es único y  que nadie envejecerá de la misma forma bajo ese singular orden geométrico que es mi cara, si empiezo por afirmarme de ese modo: al final de la frase alguien leerá su propia cara. Alguien dirá 

-Este rostro es mío y es el irrepetible. 

Porque si hay una sola palabra también es universal la expresión mi rostro.

1079

Convengamos: la palabra siempre discurre. Nada sabemos de su origen, jamás tenemos certeza de su devenir. Escribir no es un intento necio de detenerla es una fidelidad al movimiento. Lo que decimos cambia al escribir del mismo modo que el texto al ser leído. 

1080

¿Me anticipé publicando Viraje? Esa fue la pregunta de la periodista y admito que todavía me persigue la sombra de su duda. Ciertamente es el libro que menos me ha costado escribir y el único que no reposó en un disco duro por meses o años: salió de un golpe y tuvo la suerte de encontrar gratuitamente un editor. También es verdad que su escritura duró lo que el inventario de afectos quiso durar. 2016 fue año así, justo cuando no escaso. He seguido pensando el tema y por supuesto le di continuidad al asunto desde el punto de vista de la obra. Tampoco es habitual en mí planificar lo que escribo y acá estoy pensando en una trilogía. Viraje es un libro que no sólo no quería resolver el dilema de la insularidad humana: su propósito era revelarlo y sostenerlo lejos del maniqueísmo político y de las premisas sociológicas. Hasta el momento he seguido transcribiendo el sentimiento de estar lejos de la patria, de la casa, de la lengua como un habitante que no tiene más patria, más casa, más lengua que su cuerpo, su propio nombre y su rostro.  Todo indica que será un segundo cuaderno del viaje que no cesa ¿Y qué con los que vuelven distintos a un lugar que tampoco es el mismo? Este sería un tercer momento de Viraje. Acá este poema que continúa el periplo:

                                                                       La mesa



La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
Cavafis





Se llenaba y se 
vaciaba mi 
nombre 
—recuerdo—

y con él
mi vaso
mi plato
mi lugar

Ahora es la sed
lo único
que se hace
y deshace
aquí,  lejos

mientras bebo
la memoria 
de mi lengua

Nunca sobró
una pieza
a la vajilla

las sillas
estaban 
completas
siempre

Hoy estorbamos
todos: el vaso,
el plato, el lugar


Y no hay lo 
suficiente
en la mesa

para llenarnos 
o vaciarnos por
completo.


 1081

Autoprocalamarse nadie es sentirse con derechos sobre la nada. 


1082

No tener más nombre que mi rostro. No responder a otro llamado que no sea una mirada.


1083

Una batalla feroz que no parece tener límites. Una donde el enemigo formula sus mentiras de manera tan  espectacular y convincente  que los que no son alienados a ella desean el engaño.

-Y nosotros que no logramos decir bien nuestra verdad, que no conocemos su belleza y por ello no la logramos transmitir, nada ...nos vamos desgastando.

1084

Si perdiendo todas las batallas sale ilesa tu ironía entonces has ganado.

1085

Siempre he tenido aspiraciones metafísicas: en la poesía como en la filosofía no he buscado otra cosa. Y sólo he accedido a pequeñas sensualidades abstractas.

1086

El hastío no es un estado de desbordamiento prolongado. Según como lo he sufrido se manifiesta de un modo contrario: es un instante invadido por el vacío. Un destello capaz de aniquilarnos.

1087

Veo mi biblioteca como un desmemoriado mira  su rostro en el espejo. No reconozco su orden y la mayoría de los títulos me parecen extraños. Abro un libro al azar: párrafos con tachas azules, otras en amarillo y verde. Por los bordes un asalto de réplicas ilegibles: mi letra ¿No recuerdo nada de lo que leí, no hay en mí un vestigio de lo que llegué a sentir entonces? Justo ahora cuando me siento incapaz de retener teorías y toda aventura lírica me produce tedio; más necesito de la palabra ajena.

1088

Lo que leemos, como lo que escribimos, sucede afuera: unas y otras palabras transcurren en nosotros sin dejar huella.

1089

El poema es el gesto contemplativo ante el florecimiento de la finitud. 

1090

-El oficio de la palabra
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello

es un acto de amor: crear presencia.

Roberto Juarroz siempre deja una hendija para respirar. No para consolarnos, por cierto, sino para confiarnos la imagen de este derrumbe que llamamos vida.


1091

Cuando se nos pregunta por un verdadero pensador comprometido ¿Dónde si no en Montaigne encontraremos la respuesta?

 1092

El error frecuente de querer revelar un misterio (la poesía, la vida, el amor, la muerte) es precisamente lo que le da sentido al misterio.

1093

Lo que hace a un autor original es su fidelidad a su irrealizable: su insistencia en el error de crear.

1093

Reconocer nuestra debilidad por lo imperfecto es lo que nos permite el abandono  de ciertos poemas (Valery). Por abandono podemos entender su ocultamiento absoluto o su publicación. Pero este grado de sinceridad no evita que ellos regresen en forma de obsesión sobre la página blanca ¿A qué apegarse entonces? A la inútil corrección que para Baudelaire era la prioridad aún ante el hecho de crear. Quizá de eso se trata: corregir, reparar reformar, rehacer. Quizá es éste nuestro verdadero oficio.

1094

La creación es una manifestación de la angustia de existir que siempre nos lleva más lejos ¿Esto supone que el creador exista con más intensidad? No. Claramente la sentencia dicta que el artista debe vivir al límites de la propia existencia cuando no fuera de ella.

1095

Quizá la fracasada palabra tenga todavía una esperanza: la poesía.

1096

El hombre: una empresa perdida que emprende, en su extravío, la aventura necesaria del poema.

1096

No tengo buena memoria. Y me parece que una voluntad secreta me impide experimentar el yo fuera del presente. Me es más fácil  adivinar mi desenlace que reconstruir un episodio anterior a hoy. Vivir la memoria por destellos sin duda alguna es una disciplina de mi alma que jamás podré agradecer.

1097

Paul Eduard esperaba que la poesía diera a ver el mundo. Mallarmé, mucho más elevado,  proponía que en lugar de señalar las cosas que confirman el mundo, las hagamos sospechar. Entonces no se trataría de hacer ver sino de hacerlas suscitar.

1098

Yo he visto en el poema el residuo, la diferencia, todo lo que no llegó a ser imagen ni mundo. Podría ser el poema una invitación a ver y sospechar ausencias.

1099

-Cuando digo lo que digo, es porque me ha vencido lo que digo. 

( Es Antonio Porchia facilitándome el camino).

1100

X me hace llegar su nuevo libro. Le comento en una carta que cada vez soporto menos este tipo de novelas. No me fatiga tanto sostener la farsa del otro —ese inventario de nombres y vidas inexistentes mediante las cuales se nos distrae de algo muy íntimo y personal—sino hacerlo a fe de que nada de eso terminará de aclararse jamás sino, muy por el contrario, se va desdibujando como un pacto momentáneo. Una obra sin yo, esa temida  materia, resulta tan tediosa como arrogante. Es claro que ciertos novelistas contemporáneos esquivan de un modo acrobático una debilidad vulgarmente humana : lo pueril. Nuestro deseo de rebajar el mundo a la vida real. Para decirlo con Gombrowciz  ese apego por la inmadurez, por el sentimiento de inferioridad que a todos nos contiene y, a veces,  rebasa. ¿De dónde si no desde las propias cicatrices personales, de los propios fracasos comunes; se puede escribir algo que valga la pena leer? Los novelistas no tienen coraje.


1101

Los mitos marcan el inicio de un tiempo, los poemas pertenecen al ocaso. Es el género literario de las crisis.

1102

El poema alumbra sólo para darnos la dimensión de una oscuridad.

1103

Séneca destacaba, entre los males de vivir en sociedad, la seducción por el diálogo. Esa suerte de borrachera espiritual en la que nos traicionamos a nosotros mismos ¿Por qué  quien participa del diálogo vecinal necesariamente obra contra sí? Porque nadie calla lo que ha oído ni dirá justo lo que ha oído, responderá el sabio. Acompañando esta sentencia me pregunto también por esa debilidad que nos lleva no sólo de confesarnos, sino a delatarnos. Esa necesidad del inquisidor, ¿de dónde proviene?  

 1104

El arte debe corregir lo que el azar ofrece. La cita es de Plauto y quien la separa de su obra y nos la ofrece ya como un diamante es Shopenhauer. Su apartado librito El arte de ser feliz (lo habrá escrito en 1822) es un verdadero breviario de vida. El generoso iconoclasta en sus momentos de silencio se dedicaba también a recopilar sentencias, consejos y reglas de vida, propios y también de otros pensadores —como es el caso—que de seguro lo ayudaron a caer mejor dentro de sí mismo. Todo para contradecirnos una vez más. Esta vez con la idea de que el pesimismo es una senda que no niega la felicidad sino que la busca  por senderos negativos.

1105

Sólo quien no se conoce desea superarse a sí mismo.

1106

Un destello de oscuridad seguido de un leve mareo. Esto es la inspiración.

1107

Quienes nos oprimieron con la palabra paz son los mismos que hoy nos quieren liberarnos con acciones de guerra.

1108

La desdicha: esa lucidez infiel.

1109

¿Por qué  en lugar de perseguirlos y señalarlos, la sociedad no se decide a expulsar de su seno al feo, al loco, al desviado? En primer lugar porque fuera de los límites de la sociedad no existe tal fealdad ni locura ni desvío. En segundo lugar porque como objetos de la repulsa esos cuerpos y esas mentes estigmatizadas nos hacen sentir normales. 

 1110

El hombre es la distancia que separa a la vida de la muerte.

1111

El cristianismo ha hecho del dolor un orgullo. El budismo,  superior en todo, lo ha rebajado a la ficción. 

1112

En mí la poesía es una ausencia momentánea de estado.  

1113

El rencor, la codicia, el egoísmo. ¿Cuál es el sentimiento que gobierna el mundo? La envidia, vivimos bajo el imperio de la envidia. Se explica por el carácter exhibicionista del individuo moderno: pareciera que todos sus esfuerzos estuvieran destinados a suscitarla. 

1114

Hay que reformar la de idea  de la felicidad: que en lugar de proponerse el goce infinito ser feliz signifique, simplemente, hacer más soportable la vida. Qué en vez de reclamar paraísos nos prepare para futuros destierros.

1115

Aprender a perder al punto de hacerse sabio en la materia, es decir, de ganar indiferencias.

1116

 El suicidio es el epilogo del suicida.

1117

Las palabras, como las piedras de los ríos, yacen en nuestra lengua  abandonadas bajo el callado discurrir del habla. Juntas componen una imagen monótona: pesan igual, dicen lo mismo. Saber elegirlas para que, aisladas, cada una tenga su peso, su dimensión, su colores propio es el verdadero arte de la poesía. 

1118

¡Ay de quienes en lugar de limitar sus deseos deban luchar a diario para ponerle freno a sus inapetencias!

1119

En un universo donde todo está en permanente movimiento es difícil no sentirse un buscador único: los caminos nos sale al paso, coincidimos dos veces con los mismos objetos, y todo se nos cruza en el destino. Todo, hasta un choque fútil, simula un encuentro.

1120

Repartiendo culpas en los órganos del cuerpo diremos que la locura está asociada al corazón y el exceso de amor a las ideas

1121

El problema con el hastío es que también puede degenerar fácilmente en religión.

1122

No hay pesar profundo. Nuestro fondo carece de sentimientos. 

1123

Depurar el poema hasta volverlo onomatopeya. 

1124

Ciertamente eso que llamamos inteligencia ocurre por destellos y, necesariamente, a consecuencia de una pérdida. Lástima que ninguna pérdida sea duradera. 

1125

¿Un libro pesimista? Sólo el libro que no se escribe merece ese epíteto. 


Cuaderno XXXI

                              Apuntes sobre el Haiku     *** Cuando no tengas nada que decir, escribe un haiku.    ***   ¿De qué hablamos en...