viernes, 1 de enero de 2010

Cuadernos (V)

389.


De todas las fobias superadas extraño mi primitivo miedo
escénico. Cuando lo perdí empezaron todos mis problemas
con la Aldea.


390.

No hay mucha diferencia entre aceptar el mundo y
combatirlo. Cada quien elige, sin embargo, su «forma» de
expiar el tiempo. Los primeros desconocen el goce estético de
la esperanza, los últimos, el «triunfo» de la resignación.


391.

Decirlo todo frente al espejo, vaciar el rigor frente a la parodia
de sí mismo. Nada tiene tanto sentido como esto. Nos
recompensa la experiencia de la soledad, cosa imposible en el
mundo de hoy.


392.

Todo razonamiento sostenido (así sea por breve lapso de
tiempo) deviene tedio. Esa discontinuidad no es más que
horror a la insistencia. Aversión a los proyectos imposibles. Yo
quise hacer de la poética un axioma y vi fatigado mi
entusiasmo. Me gustaría expiar con un silencio puro los
dogmas abrazados y esta tentativa me hace vomitar palabras.


393.

X es una persona incapaz de vituperar a su peor enemigo. No
es un indefenso sino un alma higiénica, libre de todo
arrebato. Es por esta forma de superioridad que muchos le
odian y otros, como yo, compadecemos.


394.

Gotas de silencio a través del silencio. Así llamó Beckett a las
palabras. Y yo me siento conforme con este intento, después
de todo ¿quién como él tiene derecho de definirlas? No
encontramos fácilmente a un autor tan pleno entre ellas.


395.

X me ha convencido: abrí una cuenta en Twitter. Nada tan
parecido a la metáfora de Bretton: es como disparar ante una
multitud con la salvedad de que todos en esa multitud tienen
revolver propio. No es que las palabras sean balas de salva: lo
que pasa es que la masa carece de puntería.


396.

Y: ¿No le aqueja que su bibliografía sea tan amplia
considerando su edad y que, sin embargo, ninguno de sus
poemarios haya dado qué hablar?
X: No pienso en obstáculos superados. Ni me pesa la
indiferencia que voy despertando en cada intento. Toda mi
energía está invertida en lo que debo enfrentar al escribir de
nuevo, es ése el silencio que me atormenta.


397.

Quien tiene mucho por decir y lleva prisa, duda de las
palabras. Al hablar siente haber entrado en un universo
póstumo.


398.

Ser «algo», perseverar en la técnica de sí y olvidar que tal
empresa degenera en fanatismos, delirios y falsos enigmas.
Serlo a fe de que estamos robando la limosna al menesteroso.


399.

El hastío propio nunca es suficiente, conviene por ello
hacerlo tasar en pesares ajenos. Leyendo Pensamientos de un
viejo, de Fernando Gonzaléz, encuentro acá mi par: «El día en
que ella te contó con palabras su amor fue un día triste: la
palabra es la muerte de las cosas del alma».


400.

Leer es vivir una vida prestada. Escribir no es sino
corresponder a esa generosidad antigua.


401.

No hay otra tarea para el hombre que la de mirar su propia
alma. Trabajo inútil, por cierto.


402.

La idea del éxito y riesgo mínimo tan moderna y arraigada en
nuestra psique, pudiera ser la «razón» de nuestra decadencia.
Necesitamos un aprendizaje del fracaso desde donde elaborar
una nueva forma de existencia. Pienso en Ferdydurke como
inspiración.


403.

UN PROBLEMA DOMÉSTICO.
Me dijiste «lo quiero todo, dámelo todo».
Y te lo di por completo. ¿Por qué te quejas de que nada tenga
para dar ahora


404.

A veces olvido que voy a morir. ¡Ah... de ser dilatado el
entusiasmo!

 
405.

X: ¿Por qué tanta distancia entre su cotidiana alegría y su
escritura más bien desencantada?
Y: La alegría que señala no sólo es efímera sino que se da en el
contacto extrínseco. Puedo decir que me es prestada. La
cotidianidad se vive (si así puede decirse) a prisa. La escritura
pertenece al tempo de la languidez.
X: No está respondiendo la pregunta
Y: Sólo se puede escribir sobre lo que perdura.


406.

X: Aquí, decir vale tanto como estarse callado. El esfuerzo
es idéntico, el resultado, en ambos casos, nulo.
Y: De acuerdo, pero, piensa que al hacer palabras sientes de
otro modo que al rechazarlas.
X: Y qué con eso.
Y: En la sensación radica el sentido.


407.

La única manera de mantener vivo el legado de un gran poeta
o un gran revolucionario es encarnar su ambición nunca
imitar su obra.


408.

Sólo algo es más frágil y falso que una teoría: el instinto. El
hombre carece tanto de ideas como de naturaleza propia.


409.

Nada es tan ambiguo como un «sí». Por ello preferimos las
respuestas afirmativas, nos oxigenan de momento. Nada
como un sí, para vivir en suspenso.


410.

Mirándolo bien, nadie tiene derecho de abandonar el amor
ni el pensamiento.


411.

La poesía nace desnuda (es la desnudez). El cuerpo es su
destino.


412.

La indiferencia como antídoto contra la difamación es
peligrosamente efectiva. ¿Corremos el riesgo de una
sobredosis, de alcanzar el estado supremo de la indolencia?


413.

Todo escritor tiene algo de exiliado. Quien se decide por la
poesía de algún modo elije una vida aparte.


414.

No creo en defectos puros. La maldad pura, por ejemplo, es
una quimera. Pongo en duda la crueldad, la oscuridad, si no
hay en ello un resplandor de santidad.


415.

Aún no se ha superado Las formas del fuego... Ramos Sucre
dejó sin futuro a la poesía nacional.


416.

El arte es un asilo metafísico: todo lo que ves es la nostalgia
del cuerpo. Su deseo de aparecer


417.

El conocimiento representa la violación de un secreto
espiritual. Quien abraza la sabiduría se exilia de sí mismo. Por
destino tendrá la reconstrucción de su prístina ignorancia.


418.

Sólo la música nos da. Todas las demás manifestaciones del
arte constituyen un saqueo de la intimidad.


419.

Quien te alaba adquiere el derecho a difamarte. Castiga al
adulador.


420.

No se puede conocer el mundo sin tumbarlo. Los sabios se
distinguen por su capacidad de destruirlo todo. Allí donde
hay lucidez reina el escombro o la nada. Pero si los amantes
del saber luego de descomponer la realidad, se sobreviven;
son justas las sospechas de fraude. Cuando se le invita al
filósofo a «profundizar», en realidad le estamos diciendo:
«húndete».


421.

El primer ¿por qué? hizo científico al hombre. Y pensar que se
trataba no de una pregunta curiosa sino de la expresión de un
frustrado.


422.

El maestro es esclavo de su discípulo: por él renuncia a la
libertad de equivocarse. El discípulo es un tirano: ha
entregado a su maestro el riesgo de pensar.


423.

He oído tantas protestas inútiles que siento el derecho de
hacer la mía: ¡No a la muerte de Gonzalo Rojas!


424.

El vigor: el alma del alma, se extingue ante nuestros ojos sin
que podamos hacer nada. Asistimos al funeral cotidiano de
nuestro primer «instante».


425.

¿Cómo se puede respirar todavía bajo el desencanto
absoluto? (La vida carece de orgullo).


426.

Y: Usted se dice ateo, sin embargo escribe demasiado. Nadie
puede escribir sin fe ¿No es esa una conducta religiosa?
X: Se puede si no se ha perdido la furia.


427.

La palabra en luto es la imagen pura. Y no suena.


428.

El deseo vence a la tierra en su propia casa.


429.

El individuo moderno es una versión arcaica del hombre.


430.

Sí, se puede «no escribir», se puede llegar a ser un indefenso
absoluto.


431.

Sábato me enseñó a celar. A vivir de ese abrigo maligno, a
respirar bajo la sangre de ese apego ulcerado ¿Cómo no me
voy a sentir traicionado si me has dicho que ha muerto?


432.

En el mundo de los opuestos Dios existe para que exista el
diálogo. Hasta los ateos precisan conversar. Le hemos dado
un nombre a nuestra contraparte insubstancial. Esta es la
razón por la que nuestras palabras llegan a nosotros divididas,
inconclusas: provienen de un proceso interior, es decir, son el
fruto de un diálogo con nadie .


433.

He visto a tantos arrojar sus cuerpos por balcones y ventanas
(cuerpos que el paisaje detiene, que la tierra adormece) y ya
no siento la necesidad de hacerlo yo. A los no-suicidas nos
corresponde quizá culminar la obra: saltar del paisaje,
conquistar otra altura.

434.

Únicamente bajo los pies del bailarín la tierra es alegre.


435.

El Ser es la fuerza desmayada. Lo que es capaz aquéllo en lo
menguado.


436.

Nada es tan sagrado como el espejo, en él se hace visible la
experiencia interior: allí no se trata de ser sino de aparecer.


437.

Ofrecemos del poema la conclusión, el veredicto de la
experiencia interior (lo entregamos en palabras). Ofrecemos
el veneno, nunca las esencias.


438.

Tengo nostalgia de mi adolescencia punk. Lo que ha
resultado de mi vida luego tiene un origen accidental. El azar
puede convertir a un imbécil en prohombre y sumir a un
prócer en el olvido. Pero ser un caído es obra de la voluntad.


439.

Nunca he conocido relación tan trascendente como la del
calumniador y el calumniado. Y qué poco se ha escrito sobre
esta infeliz comunión que va más allá del amor y del odio. La
calumnia es un afecto autónomo.


440.

El Apocalipsis debería ser un problema individual. Que en
lugar de cotidianidad tengamos destino. Que cada minuto
del hastío se cumpla al pie de la letra. Que nuestro
insignificante sufrimiento sea una señal de la mítica
catástrofe. Que el final de nuestra vida sea en verdad el Fin
del Mundo.


441.

Toda palabra procede de un afecto contrariado ¡Ah! ¡Cuando
posa lo turbio!


442.

De cara a Dios (seamos creyentes o no) lo que cuenta es el
producto de nuestra soledad. Dependemos del resultado de
ese trabajo ¿Qué otra cosa puedes venderle al creador?


443.

Dejamos de subrayar por escribir. No cambiamos de
herramienta sino de «trabajo». Llegará el día de la tachadura
(pues borrar es imposible). Seguiremos en el mismo oficio
con la misma herramienta, habremos cambiado únicamente
de esperanza.


444.

«Primero fue el verbo», se nos enseña. Lo que se nos oculta es
que también el verbo caduca.


445.

«El mar es un reloj», dice Laurence Durrell. Comparto esta
idea. Yo viví en una aldea a mil kilómetros de la costa más
cercana, donde el tiempo transcurría sin orden alguno.


446.

Rara vez escuchamos decir a alguien, en el extremo de su
fatiga, en el absoluto desánimo: «¡estoy vivo!». Parece ser éste
el lugar común de los poquísimos que, sin querer, han
rebasado la vida.


447.

X: Que las ideas no nos salven es algo que se puede asimilar;
pero que tampoco sirvan para derrumbar el mundo...Es más
digno abrazar el sin sentido de nuestro pánico animal.
Y: Pero las palabras que a diferencia de las ideas no son
invisibles pueden cambiar drásticamente el ánimo de
cualquiera.
X: Las palabras no siempre son tributarias de las ideas (usted
alude el estado físico del pensamiento. Si entendí bien: bravo!
por los dos), ellas resultan a veces de la experiencia interior
que antecede a la idea misma. Sufrimiento, angustia, miedo,
amor, entusiasmo... Todo eso que hemos conocido fugaz y
orgánicamente, que está relacionado con el primer compás,
con el primer movimiento. Los pensamientos sólo sirven al
pensamiento (¿cuántas veces una idea ha calmado un dolor
de muelas?). El sufrimiento aclara al sufrimiento, la euforia a la euforia y
así. Cada uno habla su lengua, inventa su lengua. No estoy
seguro de que las palabras nos cambien, como usted desea; a
lo sumo podría decirse que nos delatan. ¿Cómo afectamos a
los demás? Nadie es más peligroso que un delator: en su
entrega se juega el alma de todos. Quiero decir apenas que,
las palabras a veces nos llegan de más adentro que las ideas...
Es por ello que amo a los poetas con el mismo sentimiento
que desestimo a los ideólogos.


448.

Hay que insistir en la escritura hasta convertirla, por
completo, en un arte sonoro.





449.

No existe filosofía creadora. De allí que el poeta sólo filosofa
cuando está cansado o se traiciona.

450.
Escribir de la tierra aunque la palabra tierra, en este país, ya
tenga dueños.
------------------------------------ *


Al fin que para este vértigo
nacimos, Madre
Se nos premió con la caída
y el desmayo
Reinar en estos barros,
enmendar la estatua del ancestro
y cavar hondo el relicario
A esto hemos venido
Al fin que estos derrumbes
heredamos
Se nos dio en custodia
el precipicio
Bajar por la sangre de Dios
a reescribir la línea recta
de mi aullido
Al fin que es sombra de su otero
esta hendidura
De la materia de su vértigo,
Madre,
tenemos hecho el espinazo.


451.

Ser el autor de su propio duelo: éste es el proyecto de todo
escritor.


452.

No nos interesa el tiempo por el tiempo. Nos interesa la
eternidad. Es decir, todo lo que fuera de él suena y
permanece. Las formas del tiempo, no el tiempo en sí.


453.

El alma, vista de lejos, tiene un color muy distinto a cuando
nos acercamos. Lo imposible de saber es cuál color tiene el
alma en un caso y otro.


454.

La música nos vuelve contemporáneos del éxtasis de las
primeras palabras.


455.

Sólo en la poesía puedes ver el vértigo y el sonido... la materia
en que te hospedas


456.

Por último, lo que suena en el poema no son las palabras que
ves sino lo ausente: ellas ostentan lo que les quitamos.


457.

Quisimos oír en la brisa el nombre de Dios, pero la brisa sólo
habla de ella misma. En esto también es humana: no sabe
decir otro nombre que el suyo. Y por oír a Dios nunca
supimos el nombre de la brisa.
---------------------------------------- *
Quisimos del viento todo, hasta un lenguaje común para
asentar las penas. Pero el viento se negó: no es otro hombre
enfermo. Quisimos consolar el alma con su abrazo, pero el
viento no puede tocar al viento.


458.

X se ufana de escribir versos en un lenguaje «urbano» y
«corriente». Un verdadero poeta no tiene lenguaje sino tonos,
no ha de preocuparse por las cosas «corrientes» sino por las
esenciales.


459.

Luego, con las palabras aisladas en su mano: un poeta sabe
que son inútiles, que no funcionan solas. Lejos del engañoso
artefacto ocurre la poesía: sí, de la carencia. El poema no se
hace con palabras.
----------------------------------------- *
No se trata de sumar palabras a las palabras. El oficio consiste
en horadar lo que sobra en ellas. Deslastrarlas de su peso,
reducirlas hasta el cascarón. Limpiar, vaciar, quitar lo que ha
crecido en ellas con el tiempo. De eso se trata.
-------------------------------------- *
Por qué íbamos a lamentarnos del vacío ¿pudiera una nota
hospedar tantas almas a la vez si no estuviera hueca por
dentro? Aunque no brillen, las palabras no son diferentes.
Vivamos en ellas mientras su dueño esté ausente (en el más
allá).


460.

Tomé de una sentencia la palabra «polvo». La lavé con mi
última ración de agua para salvarla del polvo. Sed es tu
nombre ahora.


461.

X: Esto que usted dice en su libro ya se ha dicho muchas
veces.
Y: Lo admito, pero también se ha dicho muchas veces eso de
que «ya se ha dicho muchas veces».


462.

Perseguir ideas, cazar palabras. Nada tan fútil.


463.

Un verso que sea (en verdad) el olvido del mundo.


464.

¡Este idioma nuestro es una antología de huesos! Temblor...
eso es la poesía... el temblor de ese esqueleto.


465.

Y pensar que al perder la fe voy deconstruyendo la realidad.


466.

¡Escribir un poema ilegible! Versos que en lugar de lectores,
atraigan las miradas: como los juegos pirotécnicos.


467.

El propósito del superhombre es la trascendencia, tomemos
por emblema a Cristo. Buda, muy por encima de ellos, se
propuso como camino el desnacimiento.


468.

De niño reparaba en la respiración: intelectualizar el acto me
producía agonía. Hacer consciente el monótono esfuerzo de
inhalar y exhalar le restaba sentido, dejaba de ser orgánica.
Esto creo que pasa cuando nos proponemos hacernos de
ideas: inauguramos la asfixia.


469.

«Señor, haz que yo vea mi rostro tal como era antes de que yo
naciese» ¡He allí una plegaria justificable!


470.

Sin duda, la literatura es la peor forma de realidad que puede
alcanzar un poeta. Decadencia atribuible al abuso de la
técnica o la fantasía.


471.

Escribir para ser anónimos. ¡De eso se trata! ... Vestir el sin fin
de la realidad interior. Ser lo enunciado (el acontecer) no
quien escribe solamente.


472.

Si es como creo, si todo —incluso el afecto— se agosta en sí
mismo, no deberíamos permitirnos escribir una palabra
innecesaria. Que valga la pena esta profanación de
exteriorizar nuestras causas perdidas. Aunque sea por un
instante... vivamos con urgencia.


473.

De nuestra palabra seamos la fisura. Que nuestro «estilo
literario» sea el modo de salirnos de ella. Y que la poesía no
sea sino otra forma de escucharnos el vacío... Entonces, a
pesar de la escritura, se leerá el tono.


474.

¿Quién, alguna vez, ante ciertos libros, no se ha visto tentado
a palpar con la nariz antes que con los ojos... como si en sus
páginas pudiera respirarse el olor del primer verbo?


475.

Toda la literatura actual proviene de una imperiosa falta de
necesidad. Sólo se inscriben en ella los que adolecen de
problemas, deudas, preocupaciones, dudas, angustias.
Bienaventurados los empresarios de las palabras.


476.

Si se nos está negado el retorno al aullido, probemos con la
escritura a mano. En ella todavía se conserva un impulso
irracional. Las teclas condicionan nuestras aflicciones, las
vuelven «legibles», se «pasan a limpio», se degradan a frases.
No se puede ser escritor y mecanógrafo al mismo tiempo.


477.

Todo se desgasta. Todo, menos el tiempo. Y todo, salvo el
tiempo, pasa. ¿Escribimos para perdurar? ¡Qué ingenuos! No
sólo las páginas de tus libros se han oxidado, también tus
palabras: si alguna vez dijeron algo hoy lo dicen menos. Todo
se consume, incluso la desilusión que produce esta fatalidad.


478.

Creo en la poesía y en los que no creen en ella también:
ambos pertenecen al mundo de los caídos.


479.

Se dice mucho contra los cobardes... ¡es fácil deplorar!. Diré
al respecto que yo mismo soy un cobarde, que padezco una
admiración profunda por mis miedos.


480.

¿Cómo sabía usted que esas palabras —justo esas palabras y
no otras— estaban escondidas en la página blanca?


481.

Sólo la música que nos hiere es verdadera. Haber escogido
una canción sin experimentar dolor alguno pudiera ser el
más sombrío desencuentro.


482.

El reencuentro es un poco de eternidad.


483.

Después de meditar por un buen rato la pregunta respondió
sin afecto alguno:
—La fractura, esa es mi obra.


484.

Me exhibo sobre un escenario desierto, ofrezco, en su justa
medida, mi pasado. Fustigo mi carne, en última instancia,
para una multitud probable. Me exagero. Me divido.
Escribo.


485.

Si el oficio del novelista dependiera del hallazgo de una frase,
de la comprensión de su significado radical, yo habría escrito
una saga con esta línea sacada de un email. «Usted no sabe,
señora, de lo que son capaces aquí las noches. No vuelva de
visita».
La verdad es que narrar es un misterio con técnica.


486.

Mis ideas políticas no son más que mis hipótesis favoritas
(necesariamente imperfectas) Jamás debía tomarlas por
certezas o verdades absolutas. Cuando caigo en la tentación
fanática, me traiciono. ¿Cuántos amigos sacrifiqué en una
discusión dogmática? Dos. Y es como haber perdido las
piernas.


487.

Estoy satisfecho con la columna de hoy así que me jubilaré de
las obligaciones menores. Luego de profesar contra «La
opinión Pública», un justo descanso.
-------------------------------------------*
Apago el teléfono y transcribo un poema de América
Martínez:
Transcurrió el tiempo prudente
para cualquier visita de cortesía
Me despedí
Enfrente se desplomó un espejo.


488.

REVOLUCIÓN
Una revolución es una empresa común y una esperanza
común que se construye y emprende en colectivo, es decir,
desde el reconocimiento y, sobre todo, la valoración positiva
de la diferencia, el conflicto y la lucha. Siendo así su mayor
divisa es lograr inquietar todo lo que hasta el momento
parecía insensible, inconmovible e inmutable y esto incluye a
la misma idea que se tenga de una revolución y de un ser
revolucionario pre-existente.


489.

Alain Badiou con El Ser y el Acontecimiento, demuestra que
la matemática no es un medio para comprender cosas sino
que es el pensamiento mismo. Necesaria sustracción para
este mundo laico y fetichista que sobrevivió a la filosofía.
Probablemente sea éste un libro exclusivo para músicos y
poetas.


Cuaderno XXXI

                              Apuntes sobre el Haiku     *** Cuando no tengas nada que decir, escribe un haiku.    ***   ¿De qué hablamos en...